Hace unos días se mudó una pareja nueva al edificio. Una señora mayor de gesto adusto que con dificultad subía las escaleras, ayudada por su hija, de unos 50 años. Paola, a diferencia de su mamá, sonreía y apuraba cargando bolsas y bultos. Su rostro era amable y se deshizo en elogios para mi hija, quien traía un diploma y un premio de un concurso escolar.
Anteanoche, la primera noche de ellas en el edificio, algo anduvo mal. Muy mal. Los gritos nocturnos, como a las dos de la mañana, no se quedaban en el departamento de las vecinas. Mi esposa y yo, preocupados por si hubiera alguna emergencia, tocamos el timbre de los vecinos y teníamos el número del Serenazgo a la mano. Uno nunca sabe que puede ocurrir en una ciudad insegura como Lima. Paola, con la voz ronca al otro lado de la puerta, nos dijo que su mamá tenía pesadillas. Al bajar las escaleras la oímos reprender a su mamá, callándola y con un tono colérico en la voz. Por la mañana, una vecina curiosa nos toco la puerta temprano, preguntando por el lío nocturno. Nos habló que desde la tarde Paola peleaba con su mamá, la insultaba y maltrataba, enfatizando la crueldad de la hija sobre la anciana. Nos contó que la dueña era la madre y que la hija, desempleada, no tenía más que cuidarla o irse a la calle. "Ni marido tiene, con ese carácter no habrá hombre que la aguante". Nos quedamos sorprendidos por la historia y por las habilidades casi literarias de la vecina. La siguiente noche los gritos no se acallaron. Yo que tengo el sueño ligero no podía dormir. Cada queja de la doña era un martillo en mi cabeza, que se debatía entre subir a apoyar o llamar de una vez a la policia. De pronto, el grito de ¡auxilio, me quiere matar!, salido de entre los sollozos de la anciana, me terminó de crispar. Llamamos a la policia, que extrañamente llegó en pocos minutos. Le abrimos la puerta del edificio y nos metimos a nuestro departamento a cobijar a nuestros niños, despiertos por el ajetreo. Pasaron unos minutos. Escuchamos un nuevo grito. Pasos en la escalera, voces confusas, Ivonne diciendo !no la jale!, y luego silencio. Hoy por la mañana, la vecina curiosa fue de nuevo a nuestro departamento, a contarnos su versión de los hechos. Reiteró la crueldad del maltrato a la anciana, y lo bueno de haber llamado a la policia. Nos enteramos que ella los había llamado media hora antes. La vecina orgullosa decía que habíamos evitado un feminicidio. En eso, Paola, con el rostro desencajado entró al edificio. Llevaba una bolsa con ropa de la anciana en la mano. Nosotros con la cara de susto vimos como venía hacia nosotros. La vecina, lista para lanzarse al cuello de Paola, tensaba el cuerpo. “Buenos días vecinos, vengo a pedirles disculpas”, inició ella. Y con un gesto de vergüenza nos agradeció haber llamado a la Policia, ya que sin su ayuda, su mamá no habría sido internada. Paola nos contó su tragedia, cuidar a su mamá con Alzheimer, quien pasaba por episodios violentos y de rebeldía, mientras su memoria se desvanecía. Secó una lagrima antes de que ruede por su rostro, nos agradeció de nuevo y subió a su departamento. La vecina del tercer piso, esperó hasta escuchar la puerta cerrarse y nos dijo. “No le creo, aquí hay un cuento”. Se despidió con rapidez y salió del edificio. Hace unas horas, una ambulancia llegó al edificio. Una mujer parecida a Paola ayudaba a la anciana a subir las escaleras mientras que un joven repasaba las dosis de unas pastillas para la doña. Ivonne sollozaba mientras veía a su madre subir a duras penas la escalera. Muchos no sabemos del dolor de ver a una madre desvanecerse delante suyo, verla despertar y que no te conozca. Rechazar a sus hijos, oírla gritar que solo quieren dañarla. Millones de personas en el mundo pasamos por enfermedades mentales, y los familiares, víctimas también como Paola, son objeto de acoso e incomprensión. Qué difícil ponerse en sus zapatos. Que abandonada está la salud mental.
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Sobre miSoy Ivan Brehaut, o solo Ivan. Soy un apasionado de las artes y las ciencias naturales. Estudié ciencias forestales y ahora estudio periodismo y fotografía. Tengo dos hijos y una hermosa esposa. Viajero, lector y enamorado. Loco con certificado médico. Archives
Abril 2020
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